LA MÁQUINA EN LO HUMANO Y EN MADRID (1969–2019). Los nuevos intermediarios.

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Soulsight Thoughts
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7 min readJun 14, 2019

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Escrito por Pedro Enríquez y Glez (Furby)

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Ensayo original nacido de la exploración en el territorio Wander: La Máquina en lo Humano.

El post-laboratorio ya lo ideó IBM en 1969 y se perpetúa en Soulsight a través del movimiento WANDER desde 2019.

Y es que en 1969 se inauguraba el Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid. Un acontecimiento único que situaba a España a la vanguardia de la computerización y la ingeniería de datos, término más tarde sustituido por el actual Inteligencia Artificial. Dicho Centro iba a contar en exclusiva con uno de los seis superordenadores IBM que existían entonces en todo el mundo. Un acontecimiento singular e inspirador que todavía fue más trascendente y relevante porque el Centro abrió un espacio de investigación y experimentación más allá del dato y su ingeniería, trabajando con las artes plásticas como motor disruptor.

Formas Computables. García Asensio en el Centro de Cálculo (1969–1970)

Artistas como Soledad Sevilla, Manuel Barbadillo, Jose Luis Alexanco o Eusebio Sempere participan entre 1969 y 1973 en el Seminario de generación automática de formas plásticas del Centro. Todos artistas de reputado prestigio y éxito pero que en ningún caso fueron conscientes de la repercusión de lo que hicieron más allá de la lógica de sus obras y el rédito mediático asociado… porque lo importante no fueron los grabados o los conciertos sonoros, no fueron las esculturas, ni los textos académicos que reflejaban la importancia y futuro de la máquina para todo y también para el arte. Ni fue el aprendizaje de ingenieros para diseñar el futuro interface o crear programas complejos base (lo que se empezaba a llamar software) para los futuros procesadores de sonido o imagen sintetizada… hasta llegar al rollo Photoshop… que también.

Lo importante de verdad, lo trascendente de aquella experiencia fue el proceso. Lo que ocurrió y cómo ocurrió. El durante.

Lo importante de verdad, lo trascendente de aquella experiencia fue el proceso. Lo que ocurrió y cómo ocurrió. El durante. De ahí nace el mayor aprendizaje que demuestra el potencial de un método único que vamos a poner en marcha desde Soulsight recuperando el espíritu del 69 para trasladarlo a la locura que nos ha tocado vivir.

El proceso vivido en 1969

Los seminarios con artistas e ingenieros del 1969–73 trabajaron en profundidad la capacidad de la máquina para tratar inputs que más tarde se convertirían en obras plásticas y sonoras… Ingenieros y artistas con puntos de vista radicales se enfrentaban a un sistema de fichas perforadas que parecían hacer imposible interpretar elementos artísticos mentales para ser computados por la máquina. La naturaleza artística emancipada del autor frente a la pragmática optimizada del ingeniero. Libertad frente a automatismo. La geometría Mondriana parecía ser una respuesta… o no.

Por un lado el artista debía realizar un ejercicio de anticipación creativa lejano al de las musas y las vísceras, un ejercicio de abstracción virtual sin saber siquiera de la existencia del concepto “virtual” (igual sí “cibernético”)… ¡Pero lo estaba haciendo! Enfrentándose a la tecnología inhóspita, ininteligible, analógica y retrofuturista de los 70s (artistas soñando con coches que vuelan y píldoras que nos hacen super-humanos, que sueñan con utopías pseudo-hippies bajo control de un estado idílico-paternalista… daba igual). El artista no imaginaba el futuro de las artes plásticas y visuales de los siguientes 40 años o el futuro de una sociedad digital (como en el que vivimos, era imposible imaginarlo entonces) o…

El artista tan sólo pensó en la obra que quería exponer al final del seminario. Quería que esta fuera lo más cercana a su idea original, y ser útil para la siguiente serie en los limitados términos de la máquina y su ingeniero. Una relación compleja entre artista y obra. Pero en el fondo el artista se comprometió a entender a la máquina y crear desde lo aprendido. Rehizo su esfuerzo innato por experimentar y aceptó la existencia de un facilitador a modo de artesano que debería compartir con él los hallazgos: la figura del ingeniero. Y así el artista trabajó desde el presente para su futuro, construyendo un futuro definitivo sin ser consciente. Y nos preguntamos ¿y si hubiesen sido conscientes? ¿qué habría pasado? Por eso Soulsight lanza el territorio La Máquina en lo Humano. Un espacio de exploración y talento desde el que queremos potenciar y Por eso y porque aprendimos todavía más.

Porque el escenario de trabajo relatado era también compartido por un ingeniero. Un científico que se exponía a la experiencia de usuario en sus primeras veces, y que encima debía entender a un usuario inepto, narcisista y visionario… una situación poco ideal.

Recordemos que no hablamos de ordenadores personales, hablamos de grandes computadores de cinta con consolas complejas funcionando como interface para la aplicación de instrucciones y reglas matemáticas. El ingeniero tuvo que adoptar una visión artística para adaptar el programa y alcanzar el objetivo de la obra junto a su creador original, el artista. Conseguió dar respuesta a las validaciones del usuario final y diseñar así un sistema apto para la creación. Sin duda el proceso provoca la conversión del ingeniero en co-creador inconsciente de la obra. Es parte esencial del resultado final. El ingeniero era igualmente responsable compartiendo el proceso como co-autor.

Y el proceso se tuvo que repensar. Se debía optimizar. Y entró en juego una tercera pieza clave para el éxito final de lo vivido. El arquitecto.

Aún así este nuevo formato de modelo relacional creativo no alcanzó el éxito esperado. El ingeniero y el artista parecen seres irreconciliables, un artista puede tener ego de ingeniero, y un ingeniero ser hipercreativo pero si los juntas, da igual, saltan chispas. Y eso pasó… y el proceso se tuvo que repensar. Se debía optimizar. Y entró en juego una tercera pieza clave para el éxito final de lo vivido. El arquitecto.

El arquitecto se acopla rápido al proceso como facilitador técnico y emocional. Al fin y al cabo un arquitecto se sabe enfrentar a un plano técnico donde la matemática es esencial, incluyendo al ingeniero como interlocutor. Y al mismo tiempo trabaja la conexión emocional y el concepto artístico para aplicarlo a la forma y el espacio con la experiencia del público como objetivo final. El arquitecto parecía solución final si sumamos su potencial como diseñador (también de objetos) para acabar sirviendo de puente traductor, facilitando el entendimiento entre artistas e ingenieros. Se completaba el escenario de trabajo y se comenzó a depurar el proceso de intersección entre los tres actores.

Algo que hemos replicado en nuestro método Wander haciendo posible por fin la posibilidad de conectar tres roles que parecen irreconciliables y que sin embargo son muy compatibles: el arte, el diseño y el negocio. Empresas, expertos, artistas, creativos, ejecutivos, emprendedores, decisores… todos bajo un modelo de relación en el que Soulsight ejerce de intermediario, haciendo de activador y facilitador para que se pueda explorar el territorio con las mejores garantías.

Igual que ocurrió en 1969, donde artistas, arquitectos e ingenieros formaron un equipo de trabajo capaz de enfrentarse a la máquina y generar un espacio de inspiración, reflexión, expresión y solución que satisfizo las expectativas de todos durante aquellos cuatro años. Y sin saberlo establecieron bases de futuro para ser extendidas desde su presente… en 2018 Christies vendía por más de 400mil libras un cuadro generado en origen por una inteligencia artificial, es sólo otro ejemplo.

El proceso por vivir desde 2019

Ahora imaginemos la realidad desde el marco de nuestro presente acelerado del 2019: singularidades transhumanistas, incertidumbres ante la autodestrucción, hibridación físico-digital, el data como fuel impulsor de la nueva sociedad cibernética, la Inteligencia Artificial Cuántica, los universos aumentados, el poder transformador de la tecnología desde lo humano… El nivel actual de interés y estrés por el futuro y por la prototipación de realidades que lo anticipen es infinita (Ver artículo Futuro de Wander). Podemos y debemos hacernos eco del proceso generado en el Centro de Cálculo y llevarlo al siguiente nivel para sustituir las estrategias y tendencias de anticipación actuales por métodos de extensión de presentes que se constituyan en transiciones reales a futuros.

Y el nuevo territorio es no menos que importante a corto, medio y largo plazo. Vamos a dedicar un espacio Wander a explorar La Máquina en lo Humano. Las empresas tendrán la oportunidad de sentirlo siguiendo un proceso exclusivo donde Arte, Diseño y Negocio les permitirán innovar en el presente, decidir el futuro, transformar el talento y generar un discurso diferente enriquecido con contenido original.

Pedro Enriquez de Salamanca (Furby)
Estrategia e innovación en Soulsight
www.soulsight.es

Explorador en Wander de Soulsight www.wander.es

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